jueves, 28 de agosto de 2008

Dudas

Por muchos años que uno tenga (y ya son unos cuantos) sigue manteniéndose viva una duda que intranquiliza de forma más o menos constante: ¿cuánto influye el pensamiento previo en la elaboración y –sobre todo– en la obtención de una buena idea sobre la que sustentar un buen planteamiento de comunicación?¿cuánto pesa el razonamiento sobre la ejecución creativa? (me niego a reconocer la exclusividad creativa a un determinado segmento de la población aunque sea sólo por puro convencionalismo) ¿cuál es, en definitiva, la importancia de la estrategia?.
Posiblemente sean todas ellas preguntas ya respondidas por muchos o, simplemente, con muchas respuestas e interpretaciones posibles, no obstante creo que sólo una me satisface: sin estrategia es posible construir grandes piezas (a la vista está), pero es mucho más difícil construir grandes planteamientos que den respuesta a grandes necesidades. Lo he declarado en público y en privado desde hace ya mucho tiempo: prefiero actuar bajo la fórmula CCC (Con Conocimiento de Causa) que con la fórmula APH (A Puto Huevo).
Llámeseme clásico o incluso periclitado si se quiere, pero es lo que tiene creer en algo: se acaba declarando.
La comunicación, aun la de menor rango, responde a la voluntad de establecer una determinada relación entre dos elementos, sean éstos los que se quieran. Una relación y no otra. Algo que responde a una determinada voluntad y no a otra. Algo que persigue un determinado efecto y no otro. Algo, por tanto, que tiene que estar sujeto a un determinado objetivo y no a otro. ¿Es esto la negación de la espontaneidad? No. Es el reconocimiento de que la comunicación es proactiva y la espontaneidad puede ser tremendamente reactiva: a un impulso, a una situación, a una provocación… A veces la naturalidad puede ser simplemente ignorancia.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Septiembre

Si. Ya lo sé. Todavía es agosto y -en el mejor de los casos- todavía hay quien está de vacaciones. Pero es inevitable. Septiembre ya está ahí. Amenazante, tal vez. esperanzador, posiblemente.

Y yo con estos pelos.

Parece que los cambios son momentos propicios para los buenos propósitos: los de año, los de siglo, los de estación, los de empresa... Y yo no he podido negarme también a ello: en televisión han empezado las campañas de coleccionables aprovechando esta renovada voluntad de adquisición de nuevos hábitos que nos hagan sentir mejores (o que nos ayuden a aislarnos de lo que no nos convence, no ya de lo que no nos gusta), y yo he empezado esta nueva aventura de poner blanco sobre negro (je, je) algunos pensamientos.

Pero el objetivo era hablar de comunicación. No exactamente de mis intenciones de escritura. Vamos a ello.

Hace escasos días he podido adquirir un libro en que se refleja una parte (mínima, como es de suponer) de Banksy. Para los desconocedores, uno de los más famosos grafiteros del mundo, a pesar de seguir escondiendo su apariencia.


A través de sus dibujos he podido constatar con qué contundencia se puede hablar sin tener que mediar palabra alguna. Silencio, se habla. Con qué sencillez transmite aquello que quiere transmitir y con que fuerza comunica la idea central que le bulle. Alguien muy próximo a mí me dijo una vez que los mejores spots eran aquellos que, sin necesidad de tener la voz puesta, eran capaces de transmitir, de comunicar aquello para lo que habían estado creados. Supongamos que ello es verdad. Supongamos que con la imagen nos basta.

Si es así Banksy es uno de los mejores comunicadores a los que podemos acceder. Directo, claro, transgresor, enigmátco a veces, potenciador de la obra en contraposición al culto a su creador, dominio del escenario, utilización precisa de los medios.

Comunicación en estado puro. Aunque la expresión sea tremendamente manida.

martes, 26 de agosto de 2008

Bienvenidos.

Hola a todos. No puedo esconder un cierto miedo escénico ante la posibilidad de que lo que estoy escribiendo sea realmente público. Una nueva sensación. Una nueva posibilidad, no obstante. Me pregunto por qué lo estoy haciendo. Por qué he decidido poner ventana al pensamiento. Posiblemente sea porque la creencia de que todo ello puede ser de interés para alguien me impulsa a hacerlo. Aunque también podría ser por una total falta de pudor. Tendremos que ver cómo avanza.

El propósito es poder disponer de un punto, de un lugar, desde el que poder ofrecer -y aceptar- opinión acerca de eso que hace ya mucho tiempo se dio en llamar comunicación. Así, en términos generales. Sin cortapisas. Precisamente porque la comunicación es justo lo contrario: la oferta de contacto. La oportunidad de establecimiento de lazos. También empresariales.

En este espacio vamos a hablar de publicidad (en algún sitio está escrito y descrito mi romanticismo al respecto), vamos a hablar de estrategia de actuación, vamos a hablar de canales de comunicación, vamos a hablar de estrategias de marketing. Pero sobre todo, vamos a hablar. Que no quede por no haberlo dicho. Son tantas las oportunidades que surgen a diario que no quiero desperdiciarlas. Pero no va a ser ahora.

Éste es solamente el momento del comienzo. El de la bienvenida. El de la hoja en blanco.