domingo, 6 de diciembre de 2009

Esquizofrenia

Es domingo, día 6 de diciembre por la mañana. No hace mucho me he dispuesto a cumplir con uno de las costumbres adoptadas a lo largo de los últimos años: ir a desayunar a una panadería – cafetería que tengo cerca de casa. Me acompaño del diario.


Al instante de sacarlo de la jaula en la que me lo deja cada día el repartidor, me asalta una duda: no sé si alegrarme por el contenido de su portada, o bien preocuparme (más) por ese mismo contenido. Me explico.

Las noticias que cubren la primera de La Vanguardia de hoy hablan -y lo apoyan con grandes fotos- de la victoria de España en la Davis de tenis, así como de las largas colas formadas ayer en la estación de Baqueira. “Miles de esquiadores acuden a las pistas” reza el titular. Sin duda se trata de dos motivos a partir de los cuales alegrarme. Una gran victoria del equipo español de tenis por una parte, y el cumplimiento del merecido puente de diciembre en un entorno de excepción (como se puede apreciar, comentar la prensa le predispone a uno a la utilización de innumerables tópicos en su expresión). Si a ello le añadimos la enésima victoria del Barça, frente al Deportivo de La Coruña en este caso, la felicidad debería ser extrema.

Pero, por otra parte, con importancia menor (no ir acompañada de imagen resta visibilidad a la noticia, a pesar de la dimensión del titular) el diario nos avisa de que dos tercios de los jóvenes españoles aspiran a ser funcionarios a causa de la elevada tasa de desempleo en el colectivo de los menores de 25 años: un 40%.

Y ahí es donde me asalta la duda, donde se me divide el cerebro. En qué país me encuentro: ¿en el de la felicidad absoluta representada por el deporte y por la vacación, o en el de la situación más dura expresada por la estadística?

No seré yo quien agüe un puente como éste, pero mucho me temo que el martes, cuando volvamos al tajo, el baño de realidad va a ser mayúsculo.