jueves, 12 de febrero de 2009

¿Crisis? ¡Crisis!

Más de un mes sin un solo post que llevarme a la pantalla. Mucho tiempo. Excesivo. En todo este período han pasado muchas cosas y una sola a la vez. Por partes.
en más de un mes he podido constatar una vez más que uno de los grandes alicientes de esta profesión es la posibilidad que ofrece de reflexionar acerca de campos muy diversos, acerca de sectores tremndamente dispares: desde la estrategia de actuación en el ámbito de los productos líquidos, hasta la estrategia de comunicación de facilities que dan servicio a grandes capitales. Desde corporaciones de inversión hasta empresas de venture capital con enfoques mucho más próximos al capitalismo social. Pasando por instituciones públicas interesadas en salvaguardar nuestra seguridad o empress de comercializaión de productos perecederos. Todos interesados en distintos aspectos que, como los mandamientos recibidos por Moisés, son resumibles en uno: cómo actuar en tiempos de crisis. Cómo afrontar su presencia pública en un momento en el que los recursos son más limitados que nunca.
Esta misma mañana he tenido la ocasión de participar en una (interesante) mesa redonda en la que se debatía algo parecido bajo el título de "Comunicación en tiempos de crisis". Qué hacer para obtener lo mejor en estos tiempos que corren.
En primer lugar, hacer algo en lo que creo a pies juntillas: ocuparnos de las necesidades del consumidor. Ahora más que nunca necesita que seamos claros, directos, sinceros, honestos. Ahora más que nunca necesita que queramos aportarle soluciones, simplemente porque el ambiente no le permite estar para pamplinas. Hay que ser client-centrics. Él, y no nosotros, es el protagonista. Y a él hemos de dirigirnos. ¿Cómo? Muy fácil: a partir del mejor conocimiento. Es momento de invertir en saber (cómo es el cliente, cómo son sus necesidades, cuáles son sus hábitos...) por una vez nustro ombligo no existe. Somos simplemente sirvientes, que significa gentes que están al servicio de.
Me gustaría pensar que la crisis puede -incluso- llegar a ser útil (que sería jodida ya lo sabíamos todos). Útil para llevarnos a la reflexión, a un reposicionamiento de nuestro servicio y de nuestra labor y al convencimiento que las intuiciones son buenas, junto con las corazonadas, si van acompañadas de alguna fuente de conocimiento. Lo que posiblemente sea una buena fórmula para la generación de confianza y, con ella, de seguridad.
Gracias por la invitación a la mesa, Humberto.

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