domingo, 29 de noviembre de 2009

Fotografía

La foto fue tomada ahora hace ya algunos meses, en el transcurso de una cena familiar (medio siglo de existencia, bien vale un encuentro).



No voy a negar que fue una velada extraordinaria pero, ¿por qué no había reparado antes en esta foto? Posiblemente porque no me había detenido a mirarla, y acabo de hacerlo. Si en algún momento he creído en la capacidad de transmitir una sensación con una imagen es ahora.



Felicidad. Simple felicidad por estar juntos. Un placer.



Cuando vaya pasando el tiempo, como ocurre con los vinos, seguro que irá cobrando todavía más valor. Más importancia.



Comunicar ¿no es poner en contacto? ¿No es establecer una relación? Pues eso. Para qué ponerle más texto, si la imagen habla por sí sola.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Michelin

Acabo de ver las imágenes de los hermanos Roca, junto con todo el equipo de su restaurante, celebrando su tercera estrella Michelín y ello me ha llevado a una reflexión que, creo, tiene todo el sentido en el momento en que nos encontramos.

Veamos. ¿Dónde reside la causa por la que estos hermanos de Girona han sido galardonados por la prestigiosa guía? ¿En su capacidad por plantear una concepción de la cocina propia? ¿En la calidad de sus platos? ¿En su puesta en escena? ¿En un trato especial hacia sus clientes? ¿En nada de todo ello? ¿En todo?

Seguro que no existe una única causa que haya hecho inclinar a los jurados (si así se han de llamar a los responsables de la concesión) a su decisión y sí, en cambio, un conjunto de ellas, aunque con una especial atención a la calidad final de toda su propuesta.

¿Dónde reside la causa de una posible calificación al más alto nivel de una propuesta comunicativa? ¿A la estrategia? ¿A la creatividad? ¿A su difusión? ¿A la valentía? ¿A la audacia? ¿Al servicio? Igual que en el caso del Celler de can Roca, la causa no es única sino que reside en el conjunto. Pero también como en el caso del restaurante, la ejecución final de la comunicación es capital a la hora de juzgar: vender por separado una de las partes que la hacen memorable, relevante, apreciada puede ser posible, pero también puede que sea insuficiente. Es difícil vender la comunicación por partes.

La causa, como en el caso de la mejor de las orquestas, posiblemente esté en la armonía. En una suma no algebraica de elementos que se van yuxtaponiendo a medida que vamos siendo conscientes de las necesidades, de las conveniencias o de las posibilidades que existen alrededor de quien se ha propuesto llegar a su público (ya se trate de un producto o de una marca). Todo ello centralizado en un único criterio (compartido, múltiple, poliédrico, como queramos, pero único) que ha de conducir todo un conjunto de acciones en aras de un objetivo común: alcanzar a un público a través de un mensaje que le haga reaccionar de la forma deseada. Un mensaje con mil formas, con mil procedencias, distribuido a través de mil canales, pero respondiendo a un único fin.

En esta nueva etapa quiero eso. Quiero ser capaz de plantear, pero también de vertebrar. Quiero que las propuestas puedan ser materializadas, tangibles. Quiero someterme al juicio de quienes más me importan: las personas a quienes dirigimos en cada caso nuestro trabajo. Y quiero hacerlo de la mano de los mejores colaboradores. Porque sumar me gusta mucho más que restar. Sobre todo cuando hablamos de talento.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Unfriend

Acabo de leer un artículo en La Vanguardia de ayer que me ha parecido altamente sugerente. Habla de una palabra: unfriend, la que titula esta entrada. Un verbo inglés (hay que ver lo muy expresivo que puede llegar a ser un idioma tan aparentemente brusco como ése) que podría traducirse como “dejar de ser amigo”, aunque de forma determinada y después de haberlo decidido. El propio columnista (Magí Camps) cita algún ejemplo referido a períodos infantiles y/o juveniles (“ya no te ajunto”, “ja no t’estic”, u otros).

Quienes me conocen saben de mi afición por las palabras. Me gustan las palabras por lo que permiten, tanto en términos de expresión, como de puro juego (amo la capacidad verbívora de gente como Màrius Serra). Y es precisamente por ello que me he detenido en el artículo de referencia. Desamigarse. Como quien se desabriga, se desorienta o se despoja. Un verbo que expresa todo un mundo.

Un verbo que habla de algo que no es ajeno a la comunicación: desamigarse, desconectar, borrarse…

A nadie se le escapa la importancia que tiene la fase creativa en todo el proceso comunicativo. Toni Segarra, en su libro Desde el otro lado del escaparate, hace repetida referencia a ello, y viene a decir que el planteamiento estratégico es importante, pero no lo es más que la resolución creativa que se deriva (o no) de él. Ahí es donde uno se la juega. Cierto. Pero sólo en parte.

Veamos. Vamos otra vez al inglés. Ya hace años los amigos del norte nos enseñaron acerca de la importancia de considerar el wearout como un hecho a tener en cuenta: pasarse de la raya podía ser contraproducente incluso para la mejor de las campañas. La máxima de que mejor pecar por exceso que por defecto, en comunicación no se cumple.

De ahí la importancia de tener en cuenta todos los parámetros posibles. Y eso no ha de ser un corsé, sino más bien la voluntad (la necesidad) de llegar al público en la justa medida. No sea que éste deja de ajuntarnos. En inglés, unfriend.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Final de etapa

En Hollywood es costumbre incluir en los pactos de boda los que hacen referencia al hipotético final de la relación que en ese mismo instante se certifica a través de una magnífica ceremonia: cientos de invitados, miles de canapés, millones de sorbos de champán (francés, por supuesto). Y una duda: la derivada de la propia confianza en alcanzar una relación duradera, sólida y sincera. Aquí no es tan frecuente. O menos conocido.

Hoy he (hemos) certificado un final. BV ya no volverá a ser lo que ha sido hasta la fecha. La crisis ha tenido la culpa. La puta crisis. Un final que, por supuesto en su momento no aventuramos. Un final como siempre doloroso.

Otro magnífico proyecto que se va al garete.

Habrá que reinventarse. Habrá que mirar adelante. Habrá que asumir que, como se constata una y otra vez en Hollywood, nada es eterno.

Gracias por todo, compañeros, que ha sido mucho.

De nada. A vuestra disposición.